José María Herrero
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HOSPITAL DE LA MISERICORDIA
Todavía hoy quedan restos de lo que fue hasta no hace muchos años el "Hospital de la Misericordia”. Con los documentos con los que disponemos no podemos precisar cuando se fundó este hospital; si bien sabemos que sobre el año del Señor de 1586 las cosas económicamente no le iban muy bien y que fue un sacerdote llamado D. Diego López de Cartagena quién donó todos sus bienes heredados de sus padres Andrés López de Cartagena y Elena de León para que este hospital continuara con su labor humanitaria, pues era un hospital destinado a los pobres que no podían “permitirse” ni tan siquiera estar enfermos.
Diego López de Cartagena nombró como administradores de dicho hospital a los párrocos de San Miguel y de San Pedro; sin embargo fue desde siempre patrono de este centro de misericordia el Ayuntamiento, quien lo administraba por medio de un funcionario, el cual se nombraba para este fin de entre todos los vecinos, cargo que no tenía retribución alguna y que rendía cuentas anuales al Ayuntamiento.
A finales del siglo pasado, concretamente en 1883, las rentas que este hospital tenía vienen dadas por varios censos. Así tenía algunas tierras en esta Villa y en Lobera; donativos de particulares como el realizado el día 10 de Mayo de 1815 por Isidro de Vegas, vecino de Portillejo, que dió 1.100 reales para retejar y proporcionar tres camas; donativos anuales que da el Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis; fondos del indulto cuadragesimal, así como por subvenciones del Ayuntamiento.
El hospital asistía a los enfermos de dos maneras. Entre doce y dieciséis enfermos en la segunda mitad del siglo XIX estaban ingresados y sus atenciones eran dentro del hospital; y por otra parte los visitados fuera del hospital -que en 1873 fueron treinta y ocho - a los cuales se les atendía en su propia casa con medicamentos y comida.
Para ser atendido en el hospital o fuera del mismo, evidentemente tenía la persona que estar enferma, pero además debía ser pobre de solemnidad y para ello era preceptivo pedir un permiso como el siguiente para ser ingresado:
"Sr. Alcalde popular de esta Villa. M.R.W., viuda de esta vecindad, ante usted con respeto expone: que se haya en cama gravemente enferma, que es pobre de solemnidad y que carece de toda clase de recursos para atender a las necesidades de su dolencia, por cuya razón suplica a Usted, se digne dar la orden necesaria para que sea trasladada al Santo Hospital, previo informe del facultativo que la asiste. Espera favor y caridad.".
Una vez en el hospital era atendida hasta que sanaba de su enfermedad.
Los gastos del hospital eran importantes, si bien el médico era el mismo que atendía en la Villa y en su sueldo ya estaba incluida la atención al hospital, pero en medicamentos en el año 1872 se gastaron 380 reales, que correspondían a las 42 recetas adquiridas en la botica del Ldo. Martín Pérez, el enfermero cobraba 85 pesetas anuales, por ocho carros de leña se pagaban 27 pesetas, por el lavado de mantas, colchas, colchones y sábanas de todo el año eran 13 pesetas, 20 reales de cera para el alumbrado, para comida para las visitas 226 pesetas y para alimentos (400 libras de pan; 170 libras de carne; 17 libras de tocino; 3 cuartillos de aguardiente; 72 libras de garbanzos; 2 libras de azúcar; 4 libras de chocolate; 4 libras de bizcochos; 2 cuartillos de vinagre y vino) para los ingresados 210 pesetas y 44 céntimos.
El edificio estaba separado en varias salas, la iglesia, la cocina, la habitación del enfermero, el desván y la casa del administrador.
La "Sala de San Roque", que era la sala de hombres, en la que había cuatro catres pintados de azul con remates dorados con las iniciales H. de S. y señaladas del 1 al 4. Había en dicha sala cuatro jergones rellenos de paja, cuatro colchones de paja, y cuatro mantas grandes con la inscripción siguiente "Hospital de Saldaña 1865", tenía además cuatro mesillas de madera, cuatro orinales de loza y un ropero de madera.
Fuente: J. Javier Lozano Martínez Ágora, núm. 25, 2000.